Estamos en el pueblo más alto de la provincia de Cádiz, a 858 m sobre el nivel del mar y con cerca de 500 habitantes. Su nombre, Villaluenga, dicen que viene de la forma alargada y estrecha de su casco antiguo (villa longa); “del Rosario” fue añadido en el s.XVIII de la arraigada devoción de los vecinos y vecinas a la Virgen del Rosario. Está levantado a los pies del Navazo Alto, y con una orografía marcada por las Sierras del Caíllo y de Líbar.
Diversas civilizaciones son las que han vivido en este término, desde asentamientos humanos allá en el Paleolítico Superior, pasando por romanos, musulmanes y cristianos. Perteneció a la Cora de sidonia en la época musulmana (del 716 hasta 1485), y una vez reconquistado por Rodrigo Ponce de León, Duque de Arcos y Marqués de Zahara, pasó a ser por privilegio real capital de las Siete Villas, formadas por: Benaocaz, Grazalema, Ubrique, Archite, Cardela, Aznalmara y Villaluenga.
Famosa era la fabricación de tejas en este pueblo, gracias a las arcillas de su sierra y al corcho de los alcornoques. Actualmente este oficio heredado de los árabes no se desarrolla, basándose su economía en el sector ganadero que les lleva a la producción del queso de cabra payoya, raza autóctona de Villaluenga. De hecho, el municipio cuenta con una de las pocas escuelas de pastoreo que existen en España.
Como curiosidad contaros que es cuna de eminentes poetas y literatos, entre los que destacan Don Juan Miguel Pérez González, Don Pedro Pérez Clotet, Don Rafael García García, etc. LO cual no es de extrañar, la imagen de este pequeño pueblo blanco asentado sobre el gran macizo del Navazo ha debido de inspirar a muchos escritores y artistas.